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lunes, 25 de abril de 2011

Semana Santa

Partiré diciendo que no soy una persona religiosa. En absoluto. Me considero alguien agnóstico y a quién la idea de una Iglesia (no religión) como empresa y negocio no le parece una buena idea.

Sin embargo, sería del género estúpido negar que la religión católica está estréchamente relacionada con la cultura tradicional española. Con esto quiero decir que, si nos fijamos (y si no también, porque es una obviedad) todas las festividades de nuestro calendario tienen su fundamento en un Santo o en algo relacionado con el cristianismo. Aunque también diré que muchas de esas festividades posiblemente hayan sido absorvidas y tengan un verdadero origen más pagano. Sin ir más lejos, la Semana Santa se celebra siempre la semana posterior a la primera luna llena de primavera, con lo cual...

Como decía, estas tradiciones (procesiones, rituales, etc.) han pasado de tener un significado puramente religioso a ser algo patrimonial. Yo veo las tallas, las esculturas y me parece algo bonito, aunque no entienda la fervosidad y el fanatismo que las acompañan. Veo a los legionarios en Málaga sacar al Cristo de la buena muerte y, que coño, hasta me emocionan. Y ves entre los integrantes del tercio claros rasgos musulmanes (más de un marroquí nacionalizado en sus filas). Por eso mismo, si me cruzo con la Procesión de la Dolorosa en Pamplona, me quedo en silencio, como signo de respeto. Y disfruto del momento cultural. Punto. No hay que buscarle tres pies al gato. Lo mismo que le canto a Sanfermin a las 8.00 am de la mañana, o se me escapa la lagrimilla cuando oigo cómo le cantan la jota en la Calle Mayor.

Que una cosa no quita la otra, leches.