Esta semana he estado discutiendo con una persona bastante cercana el hecho de que todo el mundo tiene su pedrada particular, nos guste o no reconocerlo (yo sin problema diré que tengo varias). Y es que estoy convencido de que, dentro de unos estándares más o menos definidos, nadie se ajusta perfectamente al comportamiento tipo. Es decir, todos somos más o menos raros en algún ámbito.
Me recordó esta conversación a un comentario que hizo otro conocido en respuesta a alguien que le había llamado friki. Ni corto ni perezoso dijo "todos somos frikis de algo". Y bien es cierto. A lo mejor somos frikis de algo que no se considera friki (ni rol, ni comics, ni cosas de esas). Pero en el fondo, dado el tratamiento del término friki que se tiene actualmente y que nada (o casi nada) tiene que ver con el antiguo término anglosajón "freak" que definía a lo raro (como el Freak Show o Circo de los Horrores) y, como ahora se llama friki a cualquiera que tenga una afición extraordinaria por algún campo, o unos conocimientos extensos del mismo, evidentemente todos somos frikis de algo, sobre todo para aquellos a quien nuestra afición resulte desconocida: habrá frikis de los sellos, del baile o de Fender.
Y es que, amiguitos, el término friki está muy devaluado.
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