Muchas veces lo realmente duro de una competición no es el dolor de piernas, ni la fatiga, sino el sufrimiento mental y el no saber si vamos a ser capaces de superar el reto.
Cada vez está más de moda la figura del psicólogo deportivo en los grandes clubs y para las grandes estrellas deportivas. Y no es de extrañar, puesto que en el deporte, además de exigirnos un considerable esfuerzo físico, nos enfrentamos por lo general a un tremendo desgaste mental. Sin ir más lejos, hay deportes como el golf o cualquiera de precisión (tiro con arco, tiro olímpico, biatlón...) en los que el factor concentración lo es prácticamente todo. Es por ello que cada vez se entrena más la cabeza con el objetivo de combinar la potencia extra que puede dar la motivación con la concentración que exige la alta competición (cuántas figuras deportivas se han borrado en los momentos más importantes).
Cuando yo hice el curso de monitor de natación, dentro de la asignatura de psicopedagogía, nos explicaron esta cuestión a modo de gráfica con forma de campana, en la que había que intentar llegar al punto más alto sin pasarse, puesto que a partir de ahí comenzamos a bajar el rendimiento. Y nos explicaban que hay que saber muy bien qué tipo de requisitos tenemos en nuestro deporte. Me explico: no es lo mismo la motivación que va a necesitar un practicante de halterofilia, para el que la motivación, la previsualización de la alzada lo es todo, porque si no no mueve semejante peso que la que necesitará un tirador, que, a pesar de que necesita estar motivado, sobre todo necesita tolerar bien la presión.
Y todo esto, amigos, se entrena. Supongo que muchos de vosotros habréis oído hablar del Test de Course-Navette, el de los famosos pitidos a ritmo ascendente por periodos. Para mi es una prueba con un factor mental importantísimo (al margen de las acumulaciones de lactato terribles que se hacen). Una vez que has conseguido llegar a un periodo determinado, las siguientes veces que lo realizas, al saber que ya has sido capaz, el esfuerzo cambia. No es que sea fácil, pero sí que es más llevadero.
Pues bien, si extrapolamos a una competición de montaña, a un Raid o a un Ultra Trail, tenemos algo parecido. Si entrenando hemos sufrido lo suficiente, si sabemos que somos capaces de correr (o recorrer) una distancia determinada porque ya lo hemos hecho con anterioridad, si hemos reconocido el terreno previamente (como se hace muchas veces en el ciclismo), nuestra cabeza sufre infinitamente menos. Ahora no hablo de aguantar la presión (ahí la ayuda de un orientador y la capacidad innata de cada uno hacen mucho) sino de lograr superar los retos. Por eso creo que donde realmente hay que saber sufrir es en los entrenamientos.
Para terminar os dejo una frase de un libro que leí hace poco, "Jugar con el corazón", de Xesco Espar, entrenador de Balonmano y ganador de la Champions League con el F. C. Barcelona: "El éxito se alcanza por la suma de pequeñas y sencillas acciones realizadas durante días, semanas, meses..."
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