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jueves, 9 de diciembre de 2010

28

Se dice pronto. Veintiocho. Veintiocho años ya. Pensándolo fríamente, solo soy un día más viejo que ayer. Pero mi DNI opina que es todo un año. Y al fin y al cabo es lo que cuenta. No porque lo diga mi DNI, sino porque en definitiva es un ciclo completo que acaba y otro que comienza.

Si echo la vista atrás casi me da la risa. Cuando con catorce o quince años volvíamos de entrenar con las bicis y pasábamos por la carretera de la universidad pensando lo mayores que eran aquellos universitarios que ahora me parecerían chavalines y que en una época intermedia fuimos nosotros mismos. O las primeras juergas llegando "contentos" a casa e intentando disimular, que ahora se nos antojan borracheras tontas de adolescente. Otra cosa es que de vez en cuando no vuelva a caer alguna, aunque el cuerpo ya no está para esos trotes. En fin, muchos cambios, pero es lo suyo. A veces de hecho pienso que realmente no he cambiado tanto, sino todo lo contrario. Desde según que punto de vista pudiera parecer que no hemos hecho nada de provecho en todo este tiempo. Aunque tampoco es cuestión de exajerar.

Quizá hoy me lo haya planteado un poco más a fondo. Y es que mezclar el hacerse viejo (confío en que para bien, como el buen vino, ya que para peor hay poco margen) con un par de horas de estudio de la psicología evolutiva, da pie a plantearse que, que diantres, hemos pasado por muchas fases desde aquel 9 de diciembre de 1982. De algunas estoy orgulloso. De otras me arrepiento, aunque de todo se saca algo bueno. Y de otras no me arrepiento, pero si volviese a darse la situación no actuaría igual.

En eso consiste cumplir años. En crecer, en aprender y en evolucionar.

2 comentarios:

Javi dijo...

"Exajerar" es con "g"

Yuck dijo...

Cierto. "Mea culpa".